domingo, 18 de octubre de 2015

Magia y efectos especiales

Porque todo lo bueno comienza con algo de miedo, y así empezamos desde el primer beso. Con la esperanza e ilusión de un amor de verano y con el miedo de que se convirtiese en algo más, con las ganas de que fuese cada noche de verano la que convirtiese a dos desconocidos durante el día en conocidos a partir de las cinco de la mañana, con un par de besos robados y un secreto que más que secreto era una verdad a voces.
Y en las noches a escondidas, en los rincones oscuros donde quedar, se daban los besos y caricias con más miedo del mundo, pero los más intensos y revoltosos. Y, aunque pasase el tiempo, esas noches y momentos seguían ocurriendo, ya fuese de manera involuntaria, un impulso del cuerpo o las ganas de repetirlo una y otra vez. Y aprendí a querer a quien te cuida, aunque fuese de lejos y sin querer, al principio, hacerlo. Y te conformas, te aferras a ese ''todo podría ir a peor'', pero, ¿por qué no aferrarse al ''todo podría ir a mejor''?
Es inevitable y paradójico lo que necesitamos que alguien nos necesite y lo que intentamos evitar necesitar a alguien.
El ser humano siempre tiene miedo a algo, y las fobias más grandes no son las que involucran a bichos o animales no, las más grandes son las relacionadas con las personas y el sentir. Sin embargo, los miedos, los ''no puedo'' y los ''imposibles'' se superan cuando tienes de verdad ganas de hacerlo y de cambiar.
Y así ocurre la magia, cuando el amor supera a los miedos, y aunque sigan presentes en menor medida, nosotros somos superiores a todos ellos porque NO pueden con nada ni nadie. Si el miedo es y está en la mente, y en mi mente estás tú, no hay espacio para los dos, o una cosa o la otra, pero las dos son incompatibles. Y yo, yo me quedo contigo.